Se que no voy a contaros nada nuevo,
expertos en educación y psicología han abordado el tema muchas
veces a lo largo de los años, pero me parece importante recalcar
ciertos “valores” o “ideas” que reflejan algunas películas
infantiles que resisten al paso de los años convertidas en los ya
conocidos como “Clasicos Disney”.
Son realmente educativas? Detrás de la
idealización de príncipes y princesas comiendo perdices existen
ciertos comportamientos que son dignos de analizar desde el lado
social:
¿Que aprenden las niñas?
Si bien es cierto que con los años las
protagonistas evolucionan no podemos dejar a un lado su papel de
“mujer sumisa y complaciente”. Salvo raras excepciones como
Mulan, el objetivo final de todas las chicas es únicamente contraer
matrimonio con un hombre.
Desde nuestra más tierna infancia, el
machismo se instaura de una manera dulcificada, rodeada de seres
mágicos y animalitos del bosque. Las mujeres están a las ordenes
del varón, al que tomarán por esposo y servirán hasta que la
muerte los separe. Blancanieves, Cenicienta o Ariel (“la sirenita”)
son algunos de los ejemplos prácticos.
Amas de casa, sirvientas o sin oficio
concreto. Se dedican a las labores del hogar y esa es su única
salida en esta vida. Limpian, barren y quitan el polvo de castillos y
palacios a expensas de sus malvadas madrastras (otro arquetipo
maldito por la industria), un tipo de mujer de elevado rango social
(si, si, también nos educan en las clases sociales...).
Blancanieves huye del castillo y es
protegida por 7 enanitos cuya casa deja mucho que desear en cuanto a
higiene, pero no pasa nada, porque para eso llega hasta allí nuestra
protagonista, para ponerlo todo en orden y dejarlo como los chorros
del oro mientras hace de comer a 7 tipos con caracteres dispares.
Ahora que lo pienso: 7 personas con enanismo que viven marginados,
aislados en un bosque, perdidos de la mano de dios, que cosas...
Cenicienta vive amargada por su (como
no?) madrastra y sus hermanastras. Todo cambia cuando llega una
invitación de palacio para la fiesta en la que el príncipe del reino elegirá a su
esposa entre todas las invitadas.
“Ponte guapa maja! Que para pillar
cacho no puedes ir con chándal” o “El maquillaje lo arregla
todo”: algo así sería la síntesis de este cuento. Como siempre, aparecerá un ser mágico (en este caso el hada madrina) ya que sin
ayuda las mujeres son incapaces de alcanzar sus objetivos (Nótese la
ironía). El final ya lo conocéis. Bodorrio.
El ejemplo de Ariel es uno de los más
sangrantes: la chica que debe cambiar todo en su vida para poder ser
feliz con su macho. Pierde su cola, su pasado, su voz, a su familia y
sufre horriblemente cada vez que anda, y todo por una persona a la
que no conoce de nada...y oh! Sorpresa!Boda!
Como decía al
principio, los valores han ido cambiando con los años y las chicas
cada vez son más guerreras...
¿Que aprenden los niños?
El ejemplo de los niños es mucho menos
acusado. Ellos son príncipes o militares de rango.
Superiores en todos los sentidos y
llevados por la idea de la lucha y el empoderamiento.
El hombre es poderoso por naturaleza,
dominante, elige con quien se casa y siempre consigue lo que quiere.
Se suprime así su lado emocional, los príncipes son siempre fuertes
y valientes, no tienen dudas, no tienen miedo...
Merece la pena entretenerse un momento
en ese “Hamlet con animales” o lo que es lo mismo, “El rey
León”: una lucha encarnizada entre machos por el poder mientras
las hembras de la manada son excluidas y no interfieren en ningún
momento.
Dejando a un lado los ejemplos sexistas
en los que me he centrado existen otros paradigmas dignos de
conocer:
-Los estereotipos árabes en Aladín
-Mulan haciendose pasar por hombre para lograr sus objetivos
-Mulan haciendose pasar por hombre para lograr sus objetivos
-El síndrome de Estocolmo de Bella
-Las diferencias entre las
características físicas de héroes y villanos (y el cuento de
que la belleza está en el interior):
Los buenos son bellezones, ellas
delgadas, ellos musculosos (y cuando no lo son como en el caso de “El
Jorobado de Notredame”, quedan como los “pagafantas”, sin
triunfo ni gloria)
Los malos son seres horribles, viejos,
gordos, deformes, con deficiencias físicas...
Aqui lo dejo, podría poner cien
ejemplos más, pero eso ya lo han hecho otros antes y mejor que yo.
Esto solo era una aproximación al lado oscuro de esos cuentos
infantiles que, aunque basados en otros de hace 300 años, siguen
ocupando nuestras bibliotecas familiarizando a nuestros pequeños, de
forma bipolar, con valores fundamentales y otros poco recomendables.
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