jueves, 7 de abril de 2016

NO TE CALLES! (EXPERIENCIA II)


Nos llega al mail otro testimonio de una chica atrapada por una violencia que no dejaba rastro, aparentemente. 

"Lidia" nos hace participes de su vivencia con un término que se repite: El "acoso invisible". 



"Me alegra ver como la sociedad cada vez está más concienciada con el tema del acoso escolar, pero es una pena que esté siendo a raíz de la muerte de niños que no querían volver a clase.


Puede ser que a muchos, cuando oís la palabra acoso, se os venga a la mente una agresión física, pero el acoso escolar va mucho más lejos que eso, de hecho según lo que yo conozco y mi propia experiencia las agresiones físicas son las menos frecuentes porque son las que antes ponen en alerta a los padres y profesores.

El verdadero acoso, y el más peligroso, es el que no se ve, el invisible, el que pasa desapercibido hasta que por suerte desaparece o, en el peor de los casos acaba en tragedia. Por suerte para mi desapareció sin más, o simplemente aprendí a lidiar con él y un día dejo de importarme lo que los demás decían.

En mi caso el acoso duró más o menos cinco años, desde quinto de primaria hasta tercero de la ESO y jamás fueron agresiones físicas directas, nunca se lo dije a ningún profesor ni siquiera a mis padres, es algo con lo que lidié yo sola.

Como acabo de decir, nunca fueron agresiones físicas directas, pero sí que hubo alguna agresión física, por ejemplo, recuerdo que cuando estábamos en educación física y tocaba jugar al futbol, siempre me ponían a mí de portera y había muchas ocasiones (sobre todo en las de balón parado) en las que mis compañeros tiraban a dar, meter gol era lo de menos, lo que les divertía era ver como yo me llevaba balonazos para salvar a mi equipo, tardé años en darme cuenta de esto.

Otras veces simplemente se dedicaban a llamarme por teléfono y vacilarme, hasta que consiguieron que dejara de coger el teléfono a los números que no conocía, eso derivó a que actualmente odio hablar por teléfono, de hecho muchas veces no respondo a un teléfono que no tengo grabado en la agenda.
El resto de las situaciones de acoso consistían en mantener una conversación aparentemente normal conmigo y durante la conversación tergiversar lo que yo decía, hacerme sentir mal, desestabilizarme y dejarme en el más profundo ridículo delante de 10 o 15 personas o hacerme sentirme mal por tener curiosidad en clase y preguntarle cosas al profesor, querer saber más, responder a las preguntas que hacían los profesores en clases, etc., cualquier situación era buena para llamarme empollona, llegando hasta el punto de quedarme con dudas, o no participar para que no pudieran meterse conmigo.

Esto solo es una parte de lo que pasé durante esos cinco años, el resto por suerte lo he olvidado o simplemente es que ahora me importa tan poco, que prefiero ocupar mi cabeza con cosas más importantes. Y como siempre me gusta sacar el lado a todas las cosas malas, estas situaciones te hacen más fuerte y te aportan valores fundamentales de aplicación diaria que te hacen ser mejor persona."



¡No te calles nunca, denuncia!


¿Se olvida de verdad? ¿Para siempre? ¿Hasta qué punto puede condicionarnos después?